La sociedad en su conjunto vive una etapa de excepcionalidad sin precedentes. Por ello, es necesario que desde la Comunidad de Madrid se apliquen medidas excepcionales que se adapten a las nuevas realidades socioeconómicas del estudiantado, sin dejar a nadie por el camino.
Para llegar a la toma de decisiones de estos cambios, reivindicamos como algo esencial la participación de la representación estudiantil desde el inicio, teniendo en cuenta sus opiniones de forma vinculante, ya que estos organismos son una de las partes más importantes de esta situación, y son los que más están sufriendo las consecuencias del coronavirus.
El objetivo fundamental de la universidad es la transmisión de conocimientos, tanto para una formación profesional de cara a un trabajo, como para una formación de vida, de forma que la evaluación no es sino una forma de demostrar esos conocimientos y competencias adquiridas. Las situaciones son tan distintas como estremecedoras: la enfermedad ha afectado a parte de la comunidad estudiantil, otros tienen a familiares o colegas con el virus y también hay estudiantes con ansiedad como consecuencia de las dificultades sociales o económicas a las que se están teniendo que enfrentar. Del mismo modo, hay quien se preocupa por el curso que viene, hay a quien le inquieta el proceso de evaluación o con su situación en el extranjero de ERASMUS, etc.
Sin embargo, lo que toda la comunidad tiene en común es la preocupación por la situación tan excepcional en la que nos encontramos, y a todos ellos hay que darle una respuesta adecuada a su situación, tanto para el final de este curso como para el inicio del que viene.
De la misma manera, nos encontramos con particularidades en ciertos grados concretos, como por ejemplo la multitud de compañeras y compañeros de los últimos cursos de los grados sanitarios que han pasado a formar parte de los profesionales que luchan día tras día contra la amenaza del COVID-19. Esto no sólo supone una entrada prematura al mercado laboral en una situación precaria y peligrosa, sino que también supone que el proceso de evaluación de dichas compañeras y compañeros no puede ser igual que el del resto, puesto que no han tenido las mismas oportunidades para el estudio y el aprendizaje de los contenidos pendientes.
Además, durante estas semanas se ha estado valorando y planteando las distintas opciones en las que el estudiantado universitario afrontaría las evaluaciones correspondientes al final de cuatrimestre y al final de curso. Así, encaramos un momento perfecto para recordar que el objetivo prioritario de las universidades es, y debe seguir siendo, la transmisión y la creación de conocimiento, lo cual no puede ser olvidado a la hora de tomar decisiones.
Por todas estas razones, reclamamos una serie de medidas para este final de curso y con vistas al curso que viene con tres objetivos básicos: en primer lugar: no dejar a ningún estudiante atrás, a causa de la situación socioeconómica; en segundo lugar: garantizar la igualdad de evaluación y oportunidades de todos los estudiantes; por último: reivindicar el papel central de las universidades: la transmisión de conocimientos, sin focalizar únicamente en la evaluación, reflexionando, con vistas al futuro, sobre el tipo de educación superior que queremos.
Primero, no dejar a nadie atrás:
- El coste del crédito, en caso de asignaturas suspensas, no debería aumentar, ajustándose siempre al coste por crédito en primera matrícula. En ciertas universidades del EMES existe la obligatoriedad de matricularse de las asignaturas suspensas. En esta situación, consideramos que es clave eliminar dicha obligatoriedad en caso de que el coste por crédito suspenso no se paralice.
- Debemos cambiar el sistema de becas de excelencia propio de la Comunidad de Madrid, por la implementación un sistema de becas que sólo atienda a requisitos socioeconómicos. Para ello hay que tener como referencia el año correspondiente a la crisis del coronavirus como, por ejemplo, sucede en las nóminas, ya que son más recientes. En este sistema de becas y ayudas al estudio se ha de tener en cuenta no sólo el coste de las matrículas, sino también ayudas para cubrir aspectos tan fundamentales como son materiales, domicilio (para estudiantes con movilidad geográfica) y necesidades claves de los estudiantes.
- Se debe permitir la gestión de procesos de modificación y/o anulación de matrículas por causas justificadas (motivos de salud, laborales, familiares o socioeconómicos), atendiendo a la situación de excepcionalidad que estamos viviendo.
- Es necesaria una bajada de los precios públicos de forma inmediata, para llegar a los niveles del curso 2011. Así, se garantiza el acceso al sistema madrileño de educación superior de la juventud de nuestra comunidad. La educación superior debe ser vista como un vehículo de ascenso social e igualdad de oportunidades, que marque las directrices fundamentales del futuro de nuestra ciudadanía.
- Asimismo, es fundamental equiparar los precios públicos de máster a los de grado, poniendo especial énfasis a los máster oficiales y habilitantes.
- Se deben implementar ayudas al estudio por situaciones sobrevenidas: dada la situación actual, es necesario un aumento de la cuantía destinada a estas ayudas con el objetivo de poder ayudar a estudiantes que por culpa de la emergencia sanitaria se ven en situaciones de vulnerabilidad económica y/o académica.
Segundo, igualdad de evaluación y oportunidades:
- Para garantizar una igualdad de evaluación y oportunidades hay que contar también con toda aquella parte de la sociedad que, por la situación del COVID-19, van a perder el curso por problemas de depresión, estrés, ansiedad, etc., provocados por la situación del estado de alarma, o bien por posibles situaciones familiares como pueda ser el despido laboral o un ambiente de estudio desfavorable. Por ello, es fundamental la creación de un gabinete psicopedagógico público y gratuito en todas las universidades públicas de la Comunidad de Madrid.
- Se ha valorado mucho la opción de gestionar dichas evaluaciones a través de la Plataforma Respondus. Ningún método de evaluación puede vulnerar la protección de datos ni la intimidad de los estudiantes, y siempre se deben buscar métodos alternativos de evaluación centrados en el aprendizaje del estudiante.
- Además, la mayoría de las soluciones requieren de unas determinadas características tecnológicas, a las que no todo el mundo tiene acceso. Una buena conexión de wifi o un equipo informático no están al alcance de muchas personas, de forma que las universidades madrileñas deben adaptar los procesos de evaluación para aquellas personas que se encuentran en dicha situación. La Comunidad de Madrid debe prestar dispositivos tecnológicos como tablets u ordenadores portátiles con conexión a Internet integrada. También se debe fomentar el préstamo por parte de las universidades de sus propios dispositivos tecnológicos, cuyos beneficiarios serán únicamente sus estudiantes.
- Cumplimiento preciso y eficaz de las normativas especiales respecto a las personas con discapacidad como, por ejemplo, incremento del tiempo de realización del examen variable según el tipo y grado de discapacidad de la persona.
- Durante este periodo de emergencia, momentos claves de la vida universitaria de muchas compañeras y compañeros han quedado paralizados, como son TFGs y TFMs. Es indispensable dotar al estudiantado de tener la posibilidad de un periodo extra de depósito y presentación, sin que ello contribuya a retrasar, de forma no voluntaria, su próxima etapa educativa o el acceso al mercado laboral. En el caso de las defensas públicas, y al no poder realizarse de forma presencial, exigimos que nunca sean obligatorias para el estudiantado.
- Del mismo modo, el acceso a estudios superiores de máster y doctorado no puede estar condicionado a la aprobación del TFG y TFM en la convocatoria ordinaria de junio.
- En el caso de las prácticas y prácticums, es necesario habilitar periodos de recuperación sin que suponga un coste extra para el estudiantado.
- No nos olvidamos de todas aquellas personas que se encuentran de ERASMUS y no han podido regresar a casa. En este sentido, exigimos que se garantice que nadie pierda el curso y la igualdad oportunidades entre estudiantes.
Tercero, objetivo 2.0: transmisión de conocimientos
- Debemos tener en cuenta que España pertenece al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Su principal paradigma es el Aprendizaje Centrado en el Estudiante (ACE), siendo éste pieza fundamental del proceso de enseñanza-aprendizaje, no sólo como un mero receptáculo, sino como parte activa de dicho proceso. En España ha sido traducido a las evaluaciones continuas, dejando el ACE en una cuestión meramente evaluativa y no metodológica. Ahora que las clases y prácticas han sido paralizadas, muchas compañeras y compañeros se enfrentan a la posibilidad de que todo el trabajo y estudio realizado sea evaluado en un solo examen y, por ende, a una evaluación final, que se puede ver condicionada por múltiples factores que pueden no ser dependientes del propio estudiante. Focalizando, de nuevo, en la transmisión de conocimientos, creemos que se deben potenciar otros métodos de evaluación alternativos, donde el estudiante pueda demostrar que ha adquirido las competencias propias de las asignaturas.
- Aprovechando la situación del COVID-19, es momento para reflexionar sobre la docencia online, de cara al futuro. De la misma manera, invitamos a las universidades a que profundicen en esta materia, sin olvidar que nada será mejor que la cercanía social entre profesor y estudiante.
- Además, no queremos dejar pasar esta oportunidad para recordar a otra parte del sistema universitario, los jóvenes investigadores que este año han visto su proceso final de formación interrumpido y que, en muchos casos, estas demoras pueden suponer la pérdida de las ayudas que están recibiendo para culminar su etapa universitaria. Estos jóvenes son nuestro futuro científico y docente en las aulas universitarias, no podemos abandonarlos. El EMES debe convertirse en un modelo en el área de investigación y promoción del talento joven.