Cuando Obama estaba gobernando en Estados Unidos, ¿sabéis qué hacían las
mujeres que estaban en ese gobierno? Utilizaban la técnica conocida como
amplificación ¿de qué trataba esta técnica? Esta consistía en repetir una idea hasta
que fuese imposible dejarla de lado y además de la idea, se nombraba siempre a la
autora de esta. ¿Por qué hacían esto? Para que se conociesen las ideas que las
mujeres de ese gobierno tenían y lo más importante que se hiciesen ver y se llevasen a
cabo las ideas que tenían estas mujeres. Simplemente muchas veces las ideas que
tenemos las mujeres no se escuchan hasta que las dice un hombre y esta técnica lo
que promovía era que se escuchasen las ideas de todas las mujeres del gobierno y se
conseguía mediante ese apoyo mutuo.

Quería empezar poniendo un ejemplo para desarrollar el término sororidad, este
término que hoy en día utilizamos mucho en charlas, actos, incluso en nuestro día a día
pero que muchas veces nos cuesta ponerlo en práctica. La sororidad es la solidaridad
entre mujeres que propicia la confianza y el apoyo mutuo. Muy bien esta definición,
creo que todas sabemos lo que significa pero, ¿la llevamos a la realidad? En muchas
ocasiones no. Muchas veces el problema deriva de que las propias mujeres nos
pisamos unas a otras, infravaloramos comentarios u actos realizados por mujeres o
incluso llegar a escuchar “esta chica no ha sufrido acoso”, “se lo está inventando todo”.
No puede ser que en esta lucha ya unas a otras nos lleguemos a tratar de esa manera.
Quiero decir que entre nosotras no puede haber rivalidad, este término no significa que
ya entre nosotras tengamos que ser amigas o compartir los mismos ideales pero si hay
una cosa que nos une a todas las mujeres es terminar con este patriarcado y esta
desigualdad que persiste a día de hoy.

Tenemos que empezar a poner en práctica y en movimiento aquello que defendemos.
Tenemos que ver que si gana una mujer, ganamos todas, que si nosotras mismas nos
frenamos ¿qué harán los hombres?. Muchas veces nosotras nos infravaloramos y nos
hacemos pequeñitas, como por ejemplo cuando salimos a un escenario a hablar, lo que
conocemos todas como el síndrome de la impostora.

Hace poco hablé en un acto y literalmente estaba temblando y muerta de miedo,
¿sabéis lo que me ayudó? Ver a una de nuestras compañeras y que me dijese lo vas a
hacer bien porque vales para estar ahí. Ese apoyo en ese momento me sirvió de motor
y a este apoyo y reconocimiento me refiero en este artículo, ya que ese apoyo se
puede convertir en un paso gigante para todas. Este es uno de los muchos ejemplos
que podría poner para que entendamos que si entre nosotras cooperamos, nos
apoyamos, podemos conseguir mejorar nuestras condiciones, superar nuestros miedos
y conseguir todo aquello que nos queda por conseguir a las mujeres.

Por ello, quiero concluir diciendo que todas individualmente valemos muchísimo, en
esta organización en concreto hay mujeres llenas de un talento enorme, pero la lucha
una sola no la puede ganar. Si conseguimos poco a poco aplicar este término
correctamente hacedme caso que vamos a sumar mucho. Nos queda mucho por
aprender y por eso estamos aquí, pero un pequeño gesto, comprendernos y ayudarnos
puede impulsarnos a ganar esta lucha. Porque, hermanas, juntas somos invencibles.

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